viernes, 21 de junio de 2013

Museo Antropológico de la Historia

Fue inaugurado el 25 de enero de 1994 cuando abrió sus puertas al público el museo de antropología e historia de San Pedro Sula. en el departamento de Cortés. El museo regional, privado y activo que intenta dar una idea del desarrollo cultural logrado por los diferentes grupos que han vivido en el Valle De Sula a través del tiempo. El museo consta de veintiséis salas temáticas, entre las que sobresale la de agricultura, animales en riesgo de extinción y una plataforma submarina y la sala precolombina. El museo fue concebido por el Centro de Estudios Precolombinos e Históricos de Honduras, sociedad civil sin fines de lucro, que con la ayuda de numerosas personas, instituciones y empresas logró organizarlo y darle vida. El Museo de Antropología e Historia está asociado a la red nacional de museos de Honduras.



Fueron varios los grupos que se organizaron en San Pedro Sula con la intención de fundar un museo, algunos de ellos conformados por jóvenes inquietos que salían al campo a ¨rascar¨, con la ilusión de encontrar algún vestigio de antiguas civilizaciones. Todavía no había leyes que protegieran el patrimonio, ni un interés formal, de parte de las autoridades por rescatar los bienes arqueológicos. Fue sin embargo hasta que un grupo de coleccionistas decidió que las piezas que le habían ido comprando a los guaqueros a lo largo de los años no podían quedarse en manos de particulares pues conformaban un patrimonio; era necesario exhibirlas y darlas a conocer.


El recorrido empieza en la planta alta en donde se relata la historia del Valle de Sula desde el momento en que los primeros grupos humanos dejan su huella. El valle es considerado por los arqueólogos como una zona intermedia que recibió numerosas influencias. Del noroeste viene la herencia mesoamericana, del sur la de las culturas andinas y sudamericanas, del noreste la de los grupos caribes. Todas estas tradiciones se traslapan en nuestra área de estudio, produciendo interesantes resultados.

No tenemos evidencias lingüísticas que permitan definir con seguridad quiénes fueron los primeros habitantes. Lo más probable es que se trate de grupos payas, toqueguas y tolupanes que, aunque desarrollaron una cultura propia, mantenían estrechas relaciones principalmente religiosas y comerciales con los grupos vecinos. 

Para explicar el desarrollo cultural la colección arqueológica se organizó en cuatro conjuntos:

1. Período Arcaico. Del (¿) hasta 1500 a. C.

La primera sala habla del medio ambiente, de las plantas, animales y minerales que los grupos semi nómadas, dedicados a la caza, la pesca y la recolección pudieron aprovechar. En el valle, rico en vegetación tropical, abundaban los cusucos, los tacuacines, las iguanas, los monos, gran variedad de pájaros y culebras, que no solo sirvieron de alimento sino también de inspiración a los artistas que los usaban de modelo para decorar vasijas y elaborar sellos y silbatos.

Dos grandes ríos, el Chamelecón y el Ulúa recorren el valle y lo comunican con el Atlántico. El mar, los ríos y los arroyos aportaron peces y moluscos cuya carne sirvió de alimento mientras que con sus conchas y caracoles se hicieron adornos, utensilios y hasta instrumentos musicales.

Hacia el año 7000 a. C. los grupos mesoamericanos descubrieron la agricultura. El ayote, que tal vez fue la primera planta cultivada, junto el maíz y el fríjol, constituyeron la base de la alimentación. También lograron cultivar el cacao, con el que preparaban una bebida reservada a los gobernantes y los sacerdotes. 

Además de aprender a cultivar los pobladores del valle lograron domesticar tres animales: el jolote, un pequeño perro y ciertos patos. 

En cuanto a los minerales, con pedernal, jade, jadeíta y obsidiana se fabricaron instrumentos que servirían como herramientas para el trabajo diario, pero también como armas de guerra.



2. Período Preclásico o Formativo. Del 1500 a. C. hasta el 200 d. C.


Con el descubrimiento de la agricultura la vida cambió radicalmente. Los grupos dejaron de ser semi nómadas y comenzaron a establecerse en pequeñas aldeas. Si bien en un momento cada grupo familiar era autosuficiente y realizaban todos las mismas labores, al permitir la agricultura producir un excedente pudo darse un intercambio y a la vez una especialización en el trabajo. El buen tejedor tejía redes y las cambiaba al agricultor por los granos que producía.

La vida sedentaria permitió también nuevos descubrimientos, empezaron por ejemplo a trabajar la cerámica. Descubrieron que el fuego cambiaba la consistencia de los objetos de barro, haciéndolos duraderos y permitiendo los usos más variados.


Desgraciadamente en un clima húmedo y caliente muchos materiales se arruinaban con rapidez. Es por eso que nada nos queda de las antiguas telas de algodón, las canastas tejidas con fibras vegetales, los variados objetos talladas en madera. Subsisten en cambio numerosos objetos de cerámica y piedra y algunos de hueso y concha. 

Analizando los objetos que han logrado subsistir, viendo como mejoran las técnicas, como cambian y se complican los diseños y las formas, como aumenta la producción, los arqueólogos van creando teorías y tratan de contarnos lo que sucedió hace cientos de años.

3. Período Clásico. Del 200 al 900 d.C.

Del año 200 al 900 d. C. se desarrollo el período Clásico, hay numerosas aldeas en el valle y el arte alcanza su máxima expresión (técnica y estética). Sobresalen la cerámica policroma del Ulúa y las vasijas de alabastro que por su excelente calidad se llevaron a Copán y aún a zonas lejanas de Centroamérica y a la península de Yucatán. A finales del Clásico los alfareros trabajan con moldes produciendo figuras en serie y no una a una como era la costumbre.

4. Período Postclásico. Del 900 d.C  al tiempo de la conquista.

En el año 900 después de Cristo las culturas indígenas entran en decadencia sin que los historiadores y antropólogos puedan aclarar a ciencia cierta las causas. Ya entonces vienen en camino los españoles, que en frágiles embarcaciones navegaban en busca de una nueva ruta, que les facilitara el comercio con el Oriente.

De este período sobresale el trabajo en metal. Por influencia Sudamericana (Colombia y Ecuador) se fabrican cascabeles, agujas y pinzas de bronce.


En febrero del 2013, se anuncio el posible cierre del Museo de Antropología e Historia, debido al encarecimiento de su mantenimiento, el gasto mensual del edificio es de 120 mil Lempiras y con un ingreso anual de un millón de Lempiras, se encuentra con el problema de la poca afluencia de estudiantes y de visitantes nacionales, como internacionales, el encarecimiento de la vida en el país y sobre todo con el recorte de su presupuesto por parte de la Alcaldía Municipal de San Pedro Sula y otros factores que determinarían un cierre indeterminado del local.






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